Monasterio de Santa María de Alaón

Sopeira alberga una de las joyas del románico altoaragonés. La silueta del monasterio de Santa María de Alaón junto a la orilla del rio Noguera Ribagorzana no sólo aporta carácter y supone una parada obligada para su visita, sino que almacena una parte fundamental de la historia, cultura y estructura política del Condado de La Ribagorza.

Los estudios históricos señalan la existencia de un templo visigótico destruido en la invasión musulmana. El impulso de los condes de Tolosa elevó una nueva edificación monástica, alrededor del 810 bajo los cánones del románico imperante. Sucesivas modificaciones han distribuido la actual estructura, donde la iglesia es el elemento más destacado. Desde 1931 este conjunto fue declarado monumento nacional. Es posible su visita, individual o guiada. Para ello es necesario consultar los horarios y adquirir las entradas en el enlace que cierra este texto.

La trascendencia de Alaón no reside solo en su significado valor artístico. Durante su etapa de esplendor (siglo IX y X), aunque mantuvo la actividad hasta la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, fue motor de la vida cultural, social y política del Condado de La Ribagorza y, posteriormente, del Reino de Aragón. La proliferación de cartas y manuscritos, de los que se conservan más de 200 documentos, han confeccionado el discurso histórico de esta época. La invasión musulmana y el posterior traspaso de poder a Roda de Isábena, no redujo la fortaleza de esta institución que mantuvo bajo su protección a buena parte de los templos y religiosos en tierras ribagorzanas.

Artísticamente, pese a que del claustro se mantengan los cimientos y se hayan perdido gran parte de las dependencias del monasterio, su valor reside en los elementos que guarda la iglesia románica. Sus tres naves están divididas por cuatro pares de pilastras cruciformes y dos columnas cilíndricas y terminan en un triple ábside semicircular decorado con distintos mármoles de colores blanco, rojo, gris y amarillo. Las franjas de ajedrezados y el hemiciclo, con la alegoría de los panes y los peces, resaltan en este conjunto. La cripta central es sencilla y mantiene en su eje una inscripción en rojo que dice «El XIV de las calendas de octubre (16 de septiembre) Raimundo obispo de Barbastro, consagró este altar en honor de los santos Pedro y Pablo».